18 de febrero de 2012

A veces, hasta la mejor persona de todas toma decisiones precipitadas, malas decisiones, decisiones de las cuales somos conscientes que nos arrepentiremos a la mañana siguiente. Bueno, tal vez no del todo, porque por lo menos, nos hemos animado a hacerlo, pero aún así, algo en nuestro interior decide hacer una locura que sabemos que se dará la vuelta y nos morderá por atrás, pero la hacemos de todos modos. Lo que quiero decir es que recogemos lo que hemos sembrado, nos devuelven nuestros actos. Es el karma y, lo mires por donde lo mires, es un asco. De una forma u otra, nuestro karma nos obligará a enfrentarnos a nosotros mismos. Podemos mirar al karma a los ojos o esperar a que nos ataque por la espalda, de un modo u otro, nuestro karma acaba encontrándonos. Por mucho que lo intentemos no podemos escapar de nuestro karma. En realidad no podemos quejarnos de nuestro karma, no es injusto, no es inesperado, solo iguala la balanza, incluso cuando estamos a punto de hacer algo el karma siente tentaciones de arañarnos la espalda... aunque nos da igual, lo hacemos de todos modos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario